miércoles, 26 de noviembre de 2008

LEYENDA DEL QUINTO SOL

BREVES PIEZAS TEATRALES CON MOTIVO A LAS OFRENDAS DEL 2 DE NOVIEMBRE INSTALADAS EN LA ESCUELA SECUNDARIA No. 82

AUTOR SALVADOR DE LA MADRID VIEYRA





ANARDA Y LIZARDA
OFRECIMIENTO A SOR JUANA INES DE LA CRUZ
(2006)






EL QUINTO SOL
ESCENIFICACION DEL POEMA NAHUATL “EL QUINTO SOL”
(2007)













EL QUINTO SOL
Escenificación del Poema Nahuatl “El Quinto sol”
Autor: Salvador de la Madrid Vieyra

Ofrecimiento: cuatro sacerdotisas al centro del escenario imploran a los dioses de los cuatro rumbos alzando la luz de sus incensarios y al sonido de un caracol. Luego empieza a sonar una música nahuatl. Sale el Coro compuesto por hombres y mujeres.

Mujeres
Esta música que tan dulce suena es flecha lanzada de muy lejos, cuando los hombres ofrendaban su sangre a los dioses, construían ciudades de altos templos, se vestían con el furor del guerrero, amaban al zenzontle, encantaban a la serpiente y al morir en la batalla, convertidos en águilas, al sol volaban.
Se arrodillan

Hombres
Esta música que me embarga hace latir mi deseo de bailar y cantar. ¡Quiero bailar al son de la chirimía y el teponaxtle, con mis tobillos adornados con chalchihuites y en mi frente brillando una diadema! ¡Quiero cantar, mis ojos cargados de ensueño, el canto precioso, el canto que agrade! ¡Esta música es dardo que se me clava, revienta mi pecho y mi corazón destroza! ¡Ya me duele, ya me acaba, me abre una herida más ancha y más profunda que el más ancho y profundo dolor!
Sus movimientos dejan libre el centro del escenario y permiten la entrada de la

Cihuacoatl
¡Ay, amigos! Yo quisiera alegrarlos, pero esta música junta suspiros de melancolía que crecen y crecen hasta convertirse en un gemido que me agobia, y me entristezco por que el tiempo se acaba y al pasar nos deja como sombras dolientes, gimiendo y llorando.

Coro completo
Diré: estoy triste porque se me viene encima la sombra del tiempo.

(Mujer) Diré: soy cantor. No debo lamentarme: dice mi alma que no me lamente. (Hombre) Soy cantor, he venido a ofrecer mis cantos como flores, si me muevo caen flores, soy yo quien me esparzo. (Mujer) ¡Que aún por breve que sea el tiempo dé yo placer! (Mujer) Soy cantor, como una flor me estimo a mí mismo aquí en la tierra. (Coro y Cihuacoatl) En la llanura donde retumba el tambor, donde resuenan las flautas de jade, donde el amor del Dueño del Cielo estremece a la tierra, presuroso busco mi canto. Por poco tiempo me deleito, por poco tiempo alegro mi corazón, pues la vida sólo es un préstamo y un hálito nuestra existencia.
Termina la música.

Cihuacoatl
¡Guerra y muerte! ¡Muerte y guerra! ¿Hasta cuando dejarán de sonar en el mundo esas palabras? ¿Por qué la vida para ser vida necesita de la muerte? ¿Lo comprenden ustedes, señoras del Anáhuac?

Coro de mujeres que se adelantan a cuestionarla
¿Comprender? ¿Qué podemos comprender?
Mujer 1
Que la muerte nos deja solas, muy solas: cuidando el fuego, hilando el telar, desgranando la mazorca, dándole hijos y mas hijos a la tierra.

Mujer 2
¿Y todo para qué? Si al crecer también serán esclavos de la muerte.

Mujer 3
No me hables de la muerte, a la muerte me encomiendo y con la muerte me embriago.

Mujer 4
Yo no quiero a la muerte, porque se pasea por los campos, entra a las ciudades y se sienta en las plazas; fuma tabaco, bebe cacao y como yo se nombra señora.

Mujer 5
Como a mí le gusta enlazar a los hombres, solo que ella se los queda para siempre.

Coro de mujeres
¡No, por favor, no, en esta noche no me hables de la muerte!

Las mujeres se reintegran al coro dejando sola a la Cihuacoatl

Cihuacoatl
Esto que les digo puede que sea verdad, y un pesar le causa a mi corazón, pues es una leyenda de dioses que tuvieron que morir y de soles majestuosos que dejaron de brillar.

Coro
En la historia del tiempo nada deja de girar, se piensa que la vida es una rueda en que a veces prevalece el bien y en otras el mal; pero si algo acaba, de inmediato algo comienza.

Cihuacoatl
En el corazón de las piedras esta leyenda se grabó: que por cuatro edades como soles el mundo pasó, pero ninguno de ellos trascendió.

Por parejas se dice el nombre del Sol y sus características

Pareja 1
Sol de noche; tigre oscuro. La materia estaba presente pero la vida no tenía esperanza.

Pareja 2
Sol de viento. El aire de la vida empezó a soplar, la tierra se pobló de extraños animales y el espíritu del hombre tuvo la esperanza de encarnar.

Pareja 3
Sol de fuego. Acabó por una lluvia espantosa de fuego, sólo se salvaron los pájaros.

Pareja 4
Sol de agua. Tiempo del diluvio. El hombre ya andaba en la tierra.

Coro
Y ahora sepan como fue el primer día de nuestro tiempo al que los antiguos llamaron Sol de movimiento, pues, según ellos, este Quinto Sol acabará por un fuerte movimiento.

Cihuacoatl
¡Ay, mis hijos! ¿A dónde los llevaré? ¿En qué montes podrá ocultarlos? ¿Qué dolor callado podrá quitarles de su pecho? Pues según las cuentas de los antiguos el fin de este Sol ya se acerca.

Coro
¡Día cero!

De entre el Coro sale una narradora
Dicen que antes de que hubiera día en el mundo se juntaron los dioses, allá en Teotihuacan, y se dijeron unos a otros: ¿Quién tendrá a cargo alumbrar la tierra?

Se adelanta soberbio Tecuciztecatl
¡Yo alumbraré la tierra!

Narradora
Dijo un dios soberbio llamado Tecuciztecatl. El coro, ahora de dioses, lo mira admirado. Otra vez hablaron los dioses y dijeron:

Coro
¿Quién será otro más?

Narradora
Y entre ellos se miraban y ninguno de ellos se atrevían a ofrecerse para alumbrar la tierra; todos temían y se excusaban.

Se presenta Nanahuatzin. Unos lo miran con sorpresa, otros con desagrado, pero ante la indecisión que prevalece entre ellos lo van cercando hasta casi inmovilizarlo.

Narradora
Y un dios al que no se le tomaba en cuenta, y tenía pústulas en el cuerpo y no hablaba, sino que oía lo que los otros dioses decían, a él le dijeron:

Coro
¡Sé tú el que alumbre, purulento!

Narradora
Y él. De buena voluntad, obedeció y dijo:

Nanahuatzin
En merced recibo lo que me habéis mandado, sea así.

Narradora
Hicieron penitencia por cuatro días, luego, en lo alto de una peña encendieron una gran hoguera.

Música acelerada. Sale un grupo de mujeres con papeles rojos que, hincadas al centro del escenario, los agitan para simular una hoguera.

Narradora
Todo lo que ofrecía el dios Tecuciztecatl era precioso: en lugar de ramos ofrecía ricas plumas, en lugar de pelotas de heno, pelotas de oro, en lugar de espinas de maguey ensangrentadas, espinas de piedras preciosas y coral colorado. Su copal era de lo mejor.
Admirada se acerca a Nanahuatzin
El purulento, llamado Nanahuatzin, ofreció nueve cañas verdes atadas de tres en tres, bolas de heno y espinas de maguey ensangrentadas con su propia sangre, y en vez de copal la pus de su purulencia.

Coro
Pasados los días de la penitencia, a la noche siguiente se reunieron los dioses y se pusieron alrededor del fuego. El fuego de cuatro días.

El coro se divide en dos, sentado, mirando fijamente la hoguera. La música cesa.

Coro a Tecuciztecatl
¡Ea, pues, entra al fuego!

La música vuelve a empezar pero ahora su ritmo es más frenético. A ese ritmo Tecuciztecatl baila haciendo cuatro intentos por entrar a la hoguera y en los cuatro fracasa. Cae, rendido y avergonzado. La música cesa.

Narradora
Hizo cuatro intentos por entrar al fuego, pero el fuego era grande y muy encendido. Sintió el fuerte calor y tuvo miedo, y se volvió atrás. El miedo lo avasallaba.

Coro a Nanahuatzin, luego de un breve silencio.
¡Ea, pues, Nanahuatzin, prueba tú!

La música vuelve a comenzar. Nanahuatzin baila, aunque algo grotesco en relación al baile de Tecuciztecatl. En su rostro se refleja el miedo y la angustia, pero cierra los ojos y casí corriendo se arroja valientemente a la hoguera. Ante su acto los dioses quedan asombrados, las “llamas” de la hoguera se levantan y bailan. La música aumenta su volumen, se oyen gritos de espanto y desconcierto. Tecuciztecatl, al ver como las llamas envuelven a Nanahuatzin, siente vergüenza y, a pesar de su miedo, se levanta y se arroja a la hoguera, lo que causa escándalo en el coro de dioses, que al llegar a un paroxismo se desmayan. La música cesa abruptamente; solo se escucha la dulce melodía de una flauta.
Las llamas se apaciguan.
Los dioses se recuperan.
De entre la llamas extinguidas aparecen Nanahuatzin y Tecuciztecatl juntos, de espaldas, con los brazos extendidos en forma de cruz.

Narradora.
Cuando vino a salir el sol nadie lo podía mirar porque quitaba la vista y echaba rayos de gran manera, y sus rayos se derramaban por todas partes.
Después salió la luna, por la misma parte del Oriente, a la par del Sol. En el mismo orden que entraron al fuego salieron Sol y Luna. Tenían igual luz e igualmente resplandecían.

Coro, al ver la extraña figura que forman los dos sacrificados.
¿Cómo será esto? ¿Será bien que igual alumbren?

Narradora
Y los dioses dieron sentencia. Y uno de ellos fue corriendo y dio con un conejo en la cara de Tecuciztecatl, el que se hizo Luna, ofuscándole su resplandor.
Uno del Coro hace lo que la Narradora indica,
Después ambos, Sol y Luna, se quedaron quietos, sin moverse.

Coro
¿Cómo es esto? ¡El Sol no se mueve! ¿Cómo podremos vivir? ¡Muramos todos y hagamos que por nuestro sacrificio, el Sol se mueva!

Narradora
Se decidió que el viento sería el encargado de matar a los dioses. Todos estuvieron de acuerdo, pero Xólotl se rehusó a morir.



LA MUERTE DE XOLOTL

Los miembros del Coro, que representan a los dioses quedan agachados, en línea frente a la hoguera que contiene al Sol y a la Luna, golpean el piso con las manos o los pies marcando un ritmo, en tanto la Cihuacoatl, ahora como Ehécatl, dios del viento, a un extremo del escenario inicia un rito de sacrificio consagrando un cuchillo de pedernal. A punto de realizarse el sacrificio todos permanecen inmóviles hasta que se escucha una voz suplicante.

Xolotl
¡No quiero morir! (Susurro)
¡No quiero morir! (Voz fuerte)
¡No quiero morir! (Grito desgarrador)
Se desprende dramáticamente del Coro que permanecen ahora arrodillados.

Uno del Coro
Cuando se está en el dolor, con la muerte tan cerca, el tiempo da cuenta de su durabilidad.

Una del Coro
La existencia entonces se revela y duele.
Xólotl
¡Y no se quiere morir!
Intenta huir pero el Coro en un movimiento enérgico se lo impide

Otro del Coro
¿No eras ú el que alababa el sacrificio?

Otra del Coro
¿No eras tú el que se burlaba del que no podía entrar a la hoguera?

Xólotl
¡Dejen que en mi dolor celebre mi existencia!

Coro
¡Para que la existencia sea, es necesario la penitencia y el sacrificio!

Xólotl
¿Y que ganaría yo?

Coro
¡El olvido!

Xólotl
Es que este adolorido cuerpo mío recuerda mi soberbia de estar vivo, y me arrastro y me vuelvo despreciable.

Coro
¡Ya eres otro que quiere hacer revuelta en nosotros! ¡Déjanos en nuestro sacrificio!

Xólotl
Es que el dolor me hace reconocer a este ser que soy, ser que no quiero abandonar!

Coro
¡Sufre tu mal apego a las cosas que te hacen ser miedoso y cobarde!

Xólotl se muestra angustiado, temeroso. La Narradora, como parte del Coro, se acerca a él con la intención de calmarlo y animarlo al sacrificio.

Narradora
Hermano Xólotl, valioso gemelo mío, preveo tu espanto, pues miras que el viento viene a causar tu ruina. Pero no temas, no morirás, tu materia se hará única en el mundo. Tranquilízate, solo seguirás la senda que todos recorreremos. Irás al bajo mundo con la voluntad entregada y el corazón aplacado.

Xólotl
¡Seré maíz de dos cañas! ¡Entre los maizales me ocultaré!
El Coro lanza una exclamación de escándalo.

Narradora
¡Entre los maizales te encontrará el viento!
Xólotl
¡Seré maguey de dos cuerpos y mi hiel nadie podrá probarla!
El Coro vuelve a escandalizarse

Narradora
Lo que pasa es que no es posible que en el mundo quede un vacío más espantable que la muerte de los dioses,

Xólotl
¡Será que este Sol. Doliente e inmóvil quemara tus entrañas y mirando lo inútil del sacrificio te preguntarás: ¿dónde quedó mi existencia?

Coro
¡Por la existencia sea mejor nuestra muerte!

Xólotl
Me ocultaré en los ríos subterráneos y ahí habitaré. Seré ajolote, ser de tierra y agua, y ahí el viento no me encontrará.

Coro, agitan los brazos en un intento de atrapar a un inasible Xólotl
¡Te encontrará! ¡Te alcanzará! ¡Te matará!

Xólotl
¡Saben bien que mi sola muerte no abrirá las sementeras de la tierra ni moverá a ese Sol inerte! ¡No basta con solo morir!

Coro
¡Xólotl, no te vayas!

Xólotl
¡Te dejo el reflejo de mi alma arrebatada, tierna mazorca de fresco olor! ¡No me importa desaparecer! ¡Oh, dioses, no muera yo!

Xólotl sale huyendo. Los del Coro bajan los brazos e inclinan la cabeza en señal de derrota e impotencia. Cihuacoatl-Ehécatl, se acerca a ellos y comienza a sacrificarlos tomándolos por los cabellos y cortándoles la fragante con el cuchillo. Así mata primero a dos.

Narradora, escandalizada
¿Cómo, así nos matas? ¿Incompletos?
Cihuacoatl-Ehécatl mata a otro.
¿No preguntas por Xólotl, sólo cono nosotros te ensañas?

Cihuacoatl-Ehécatl
¿Por qué te escandalizas? Si bien sabes que este sacrificio será su redención.
Mata a otro

Narradora
Para que el sacrificio al Sol se cumpliera era necesario que estuviéramos todos.

Cihuacoatl.Ehécatl
No te angusties por Xólotl. Sé que no está entre ustedes, pero, para tu tranquilidad, sabe que en su destino estaba que lo habría de matar como ajolote en la profundidad de los ríos subterráneos.

Mata a la Narradora y luego a todos los demás, pero el Sol y la Luna siguen sin moverse

Cihuacoatl.Ehécatl, escandalizada y sorprendida
¡Como! ¡Todos los dioses han muerto y ni así el Sol y la Luna se mueven!

Entonces, acompañada por el sonido de un caracol empieza a soplar, solo así el Sol y la Luna comienzan lentamente a girar. A cada giro la Luna va separándose hasta desaparecer, quedando el Sol en el escenario.
La Cihuacoatl-Ehécatl, al ver como va cumpliéndose el milagro dice:

¡Tú Sol! ¿Por qué te haces de rogar? Ponte tu ropaje de oro y permite que tus rayos desciendan a la tierra.
La serpiente de fuego se convierte en quetzal.
Semejante a una piedra preciosa así es mi corazón.
Veré el oro de tus rayos y me alegraré.

En ese momento los dioses comienzan a resucitar.

Fructificaran en abundancia los frutos del maíz y la montañas se elevaran a ti.
Yo, el Viento, tu devoto servidor, dirige su mirada a ti y se alegra.
Todos
¡Si, puedo decir, ha nacido el caudillo, la tierra vivirá!

Fin de Obra








Esta obra queda dedicada con todo cariño y admiración a las Profesoras:
Irais (Cihuacoatl-Ehécatl)

Fany (Narradora)

Bertha Olimpia Morales Sierra (Dirección de obra)















BREVES PIEZAS TEATRALES CON MOTIVO A LAS OFRENDAS DEL 2 DE NOVIEMBRE INSTALADAS EN LA ESCUELA SECUNDARIA No. 82

AUTOR SALVADOR DE LA MADRID VIEYRA





ANARDA Y LIZARDA
OFRECIMIENTO A SOR JUANA INES DE LA CRUZ
(2006)






EL QUINTO SOL
ESCENIFICACION DEL POEMA NAHUATL “EL QUINTO SOL”
(2007)













EL QUINTO SOL
Escenificación del Poema Nahuatl “El Quinto sol”
Autor: Salvador de la Madrid Vieyra

Ofrecimiento: cuatro sacerdotisas al centro del escenario imploran a los dioses de los cuatro rumbos alzando la luz de sus incensarios y al sonido de un caracol. Luego empieza a sonar una música nahuatl. Sale el Coro compuesto por hombres y mujeres.

Mujeres
Esta música que tan dulce suena es flecha lanzada de muy lejos, cuando los hombres ofrendaban su sangre a los dioses, construían ciudades de altos templos, se vestían con el furor del guerrero, amaban al zenzontle, encantaban a la serpiente y al morir en la batalla, convertidos en águilas, al sol volaban.
Se arrodillan

Hombres
Esta música que me embarga hace latir mi deseo de bailar y cantar. ¡Quiero bailar al son de la chirimía y el teponaxtle, con mis tobillos adornados con chalchihuites y en mi frente brillando una diadema! ¡Quiero cantar, mis ojos cargados de ensueño, el canto precioso, el canto que agrade! ¡Esta música es dardo que se me clava, revienta mi pecho y mi corazón destroza! ¡Ya me duele, ya me acaba, me abre una herida más ancha y más profunda que el más ancho y profundo dolor!
Sus movimientos dejan libre el centro del escenario y permiten la entrada de la

Cihuacoatl
¡Ay, amigos! Yo quisiera alegrarlos, pero esta música junta suspiros de melancolía que crecen y crecen hasta convertirse en un gemido que me agobia, y me entristezco por que el tiempo se acaba y al pasar nos deja como sombras dolientes, gimiendo y llorando.

Coro completo
Diré: estoy triste porque se me viene encima la sombra del tiempo.

(Mujer) Diré: soy cantor. No debo lamentarme: dice mi alma que no me lamente. (Hombre) Soy cantor, he venido a ofrecer mis cantos como flores, si me muevo caen flores, soy yo quien me esparzo. (Mujer) ¡Que aún por breve que sea el tiempo dé yo placer! (Mujer) Soy cantor, como una flor me estimo a mí mismo aquí en la tierra. (Coro y Cihuacoatl) En la llanura donde retumba el tambor, donde resuenan las flautas de jade, donde el amor del Dueño del Cielo estremece a la tierra, presuroso busco mi canto. Por poco tiempo me deleito, por poco tiempo alegro mi corazón, pues la vida sólo es un préstamo y un hálito nuestra existencia.
Termina la música.

Cihuacoatl
¡Guerra y muerte! ¡Muerte y guerra! ¿Hasta cuando dejarán de sonar en el mundo esas palabras? ¿Por qué la vida para ser vida necesita de la muerte? ¿Lo comprenden ustedes, señoras del Anáhuac?

Coro de mujeres que se adelantan a cuestionarla
¿Comprender? ¿Qué podemos comprender?
Mujer 1
Que la muerte nos deja solas, muy solas: cuidando el fuego, hilando el telar, desgranando la mazorca, dándole hijos y mas hijos a la tierra.

Mujer 2
¿Y todo para qué? Si al crecer también serán esclavos de la muerte.

Mujer 3
No me hables de la muerte, a la muerte me encomiendo y con la muerte me embriago.

Mujer 4
Yo no quiero a la muerte, porque se pasea por los campos, entra a las ciudades y se sienta en las plazas; fuma tabaco, bebe cacao y como yo se nombra señora.

Mujer 5
Como a mí le gusta enlazar a los hombres, solo que ella se los queda para siempre.

Coro de mujeres
¡No, por favor, no, en esta noche no me hables de la muerte!

Las mujeres se reintegran al coro dejando sola a la Cihuacoatl

Cihuacoatl
Esto que les digo puede que sea verdad, y un pesar le causa a mi corazón, pues es una leyenda de dioses que tuvieron que morir y de soles majestuosos que dejaron de brillar.

Coro
En la historia del tiempo nada deja de girar, se piensa que la vida es una rueda en que a veces prevalece el bien y en otras el mal; pero si algo acaba, de inmediato algo comienza.

Cihuacoatl
En el corazón de las piedras esta leyenda se grabó: que por cuatro edades como soles el mundo pasó, pero ninguno de ellos trascendió.

Por parejas se dice el nombre del Sol y sus características

Pareja 1
Sol de noche; tigre oscuro. La materia estaba presente pero la vida no tenía esperanza.

Pareja 2
Sol de viento. El aire de la vida empezó a soplar, la tierra se pobló de extraños animales y el espíritu del hombre tuvo la esperanza de encarnar.

Pareja 3
Sol de fuego. Acabó por una lluvia espantosa de fuego, sólo se salvaron los pájaros.

Pareja 4
Sol de agua. Tiempo del diluvio. El hombre ya andaba en la tierra.

Coro
Y ahora sepan como fue el primer día de nuestro tiempo al que los antiguos llamaron Sol de movimiento, pues, según ellos, este Quinto Sol acabará por un fuerte movimiento.

Cihuacoatl
¡Ay, mis hijos! ¿A dónde los llevaré? ¿En qué montes podrá ocultarlos? ¿Qué dolor callado podrá quitarles de su pecho? Pues según las cuentas de los antiguos el fin de este Sol ya se acerca.

Coro
¡Día cero!

De entre el Coro sale una narradora
Dicen que antes de que hubiera día en el mundo se juntaron los dioses, allá en Teotihuacan, y se dijeron unos a otros: ¿Quién tendrá a cargo alumbrar la tierra?

Se adelanta soberbio Tecuciztecatl
¡Yo alumbraré la tierra!

Narradora
Dijo un dios soberbio llamado Tecuciztecatl. El coro, ahora de dioses, lo mira admirado. Otra vez hablaron los dioses y dijeron:

Coro
¿Quién será otro más?

Narradora
Y entre ellos se miraban y ninguno de ellos se atrevían a ofrecerse para alumbrar la tierra; todos temían y se excusaban.

Se presenta Nanahuatzin. Unos lo miran con sorpresa, otros con desagrado, pero ante la indecisión que prevalece entre ellos lo van cercando hasta casi inmovilizarlo.

Narradora
Y un dios al que no se le tomaba en cuenta, y tenía pústulas en el cuerpo y no hablaba, sino que oía lo que los otros dioses decían, a él le dijeron:

Coro
¡Sé tú el que alumbre, purulento!

Narradora
Y él. De buena voluntad, obedeció y dijo:

Nanahuatzin
En merced recibo lo que me habéis mandado, sea así.

Narradora
Hicieron penitencia por cuatro días, luego, en lo alto de una peña encendieron una gran hoguera.

Música acelerada. Sale un grupo de mujeres con papeles rojos que, hincadas al centro del escenario, los agitan para simular una hoguera.

Narradora
Todo lo que ofrecía el dios Tecuciztecatl era precioso: en lugar de ramos ofrecía ricas plumas, en lugar de pelotas de heno, pelotas de oro, en lugar de espinas de maguey ensangrentadas, espinas de piedras preciosas y coral colorado. Su copal era de lo mejor.
Admirada se acerca a Nanahuatzin
El purulento, llamado Nanahuatzin, ofreció nueve cañas verdes atadas de tres en tres, bolas de heno y espinas de maguey ensangrentadas con su propia sangre, y en vez de copal la pus de su purulencia.

Coro
Pasados los días de la penitencia, a la noche siguiente se reunieron los dioses y se pusieron alrededor del fuego. El fuego de cuatro días.

El coro se divide en dos, sentado, mirando fijamente la hoguera. La música cesa.

Coro a Tecuciztecatl
¡Ea, pues, entra al fuego!

La música vuelve a empezar pero ahora su ritmo es más frenético. A ese ritmo Tecuciztecatl baila haciendo cuatro intentos por entrar a la hoguera y en los cuatro fracasa. Cae, rendido y avergonzado. La música cesa.

Narradora
Hizo cuatro intentos por entrar al fuego, pero el fuego era grande y muy encendido. Sintió el fuerte calor y tuvo miedo, y se volvió atrás. El miedo lo avasallaba.

Coro a Nanahuatzin, luego de un breve silencio.
¡Ea, pues, Nanahuatzin, prueba tú!

La música vuelve a comenzar. Nanahuatzin baila, aunque algo grotesco en relación al baile de Tecuciztecatl. En su rostro se refleja el miedo y la angustia, pero cierra los ojos y casí corriendo se arroja valientemente a la hoguera. Ante su acto los dioses quedan asombrados, las “llamas” de la hoguera se levantan y bailan. La música aumenta su volumen, se oyen gritos de espanto y desconcierto. Tecuciztecatl, al ver como las llamas envuelven a Nanahuatzin, siente vergüenza y, a pesar de su miedo, se levanta y se arroja a la hoguera, lo que causa escándalo en el coro de dioses, que al llegar a un paroxismo se desmayan. La música cesa abruptamente; solo se escucha la dulce melodía de una flauta.
Las llamas se apaciguan.
Los dioses se recuperan.
De entre la llamas extinguidas aparecen Nanahuatzin y Tecuciztecatl juntos, de espaldas, con los brazos extendidos en forma de cruz.

Narradora.
Cuando vino a salir el sol nadie lo podía mirar porque quitaba la vista y echaba rayos de gran manera, y sus rayos se derramaban por todas partes.
Después salió la luna, por la misma parte del Oriente, a la par del Sol. En el mismo orden que entraron al fuego salieron Sol y Luna. Tenían igual luz e igualmente resplandecían.

Coro, al ver la extraña figura que forman los dos sacrificados.
¿Cómo será esto? ¿Será bien que igual alumbren?

Narradora
Y los dioses dieron sentencia. Y uno de ellos fue corriendo y dio con un conejo en la cara de Tecuciztecatl, el que se hizo Luna, ofuscándole su resplandor.
Uno del Coro hace lo que la Narradora indica,
Después ambos, Sol y Luna, se quedaron quietos, sin moverse.

Coro
¿Cómo es esto? ¡El Sol no se mueve! ¿Cómo podremos vivir? ¡Muramos todos y hagamos que por nuestro sacrificio, el Sol se mueva!

Narradora
Se decidió que el viento sería el encargado de matar a los dioses. Todos estuvieron de acuerdo, pero Xólotl se rehusó a morir.



LA MUERTE DE XOLOTL

Los miembros del Coro, que representan a los dioses quedan agachados, en línea frente a la hoguera que contiene al Sol y a la Luna, golpean el piso con las manos o los pies marcando un ritmo, en tanto la Cihuacoatl, ahora como Ehécatl, dios del viento, a un extremo del escenario inicia un rito de sacrificio consagrando un cuchillo de pedernal. A punto de realizarse el sacrificio todos permanecen inmóviles hasta que se escucha una voz suplicante.

Xolotl
¡No quiero morir! (Susurro)
¡No quiero morir! (Voz fuerte)
¡No quiero morir! (Grito desgarrador)
Se desprende dramáticamente del Coro que permanecen ahora arrodillados.

Uno del Coro
Cuando se está en el dolor, con la muerte tan cerca, el tiempo da cuenta de su durabilidad.

Una del Coro
La existencia entonces se revela y duele.
Xólotl
¡Y no se quiere morir!
Intenta huir pero el Coro en un movimiento enérgico se lo impide

Otro del Coro
¿No eras ú el que alababa el sacrificio?

Otra del Coro
¿No eras tú el que se burlaba del que no podía entrar a la hoguera?

Xólotl
¡Dejen que en mi dolor celebre mi existencia!

Coro
¡Para que la existencia sea, es necesario la penitencia y el sacrificio!

Xólotl
¿Y que ganaría yo?

Coro
¡El olvido!

Xólotl
Es que este adolorido cuerpo mío recuerda mi soberbia de estar vivo, y me arrastro y me vuelvo despreciable.

Coro
¡Ya eres otro que quiere hacer revuelta en nosotros! ¡Déjanos en nuestro sacrificio!

Xólotl
Es que el dolor me hace reconocer a este ser que soy, ser que no quiero abandonar!

Coro
¡Sufre tu mal apego a las cosas que te hacen ser miedoso y cobarde!

Xólotl se muestra angustiado, temeroso. La Narradora, como parte del Coro, se acerca a él con la intención de calmarlo y animarlo al sacrificio.

Narradora
Hermano Xólotl, valioso gemelo mío, preveo tu espanto, pues miras que el viento viene a causar tu ruina. Pero no temas, no morirás, tu materia se hará única en el mundo. Tranquilízate, solo seguirás la senda que todos recorreremos. Irás al bajo mundo con la voluntad entregada y el corazón aplacado.

Xólotl
¡Seré maíz de dos cañas! ¡Entre los maizales me ocultaré!
El Coro lanza una exclamación de escándalo.

Narradora
¡Entre los maizales te encontrará el viento!
Xólotl
¡Seré maguey de dos cuerpos y mi hiel nadie podrá probarla!
El Coro vuelve a escandalizarse

Narradora
Lo que pasa es que no es posible que en el mundo quede un vacío más espantable que la muerte de los dioses,

Xólotl
¡Será que este Sol. Doliente e inmóvil quemara tus entrañas y mirando lo inútil del sacrificio te preguntarás: ¿dónde quedó mi existencia?

Coro
¡Por la existencia sea mejor nuestra muerte!

Xólotl
Me ocultaré en los ríos subterráneos y ahí habitaré. Seré ajolote, ser de tierra y agua, y ahí el viento no me encontrará.

Coro, agitan los brazos en un intento de atrapar a un inasible Xólotl
¡Te encontrará! ¡Te alcanzará! ¡Te matará!

Xólotl
¡Saben bien que mi sola muerte no abrirá las sementeras de la tierra ni moverá a ese Sol inerte! ¡No basta con solo morir!

Coro
¡Xólotl, no te vayas!

Xólotl
¡Te dejo el reflejo de mi alma arrebatada, tierna mazorca de fresco olor! ¡No me importa desaparecer! ¡Oh, dioses, no muera yo!

Xólotl sale huyendo. Los del Coro bajan los brazos e inclinan la cabeza en señal de derrota e impotencia. Cihuacoatl-Ehécatl, se acerca a ellos y comienza a sacrificarlos tomándolos por los cabellos y cortándoles la fragante con el cuchillo. Así mata primero a dos.

Narradora, escandalizada
¿Cómo, así nos matas? ¿Incompletos?
Cihuacoatl-Ehécatl mata a otro.
¿No preguntas por Xólotl, sólo cono nosotros te ensañas?

Cihuacoatl-Ehécatl
¿Por qué te escandalizas? Si bien sabes que este sacrificio será su redención.
Mata a otro

Narradora
Para que el sacrificio al Sol se cumpliera era necesario que estuviéramos todos.

Cihuacoatl.Ehécatl
No te angusties por Xólotl. Sé que no está entre ustedes, pero, para tu tranquilidad, sabe que en su destino estaba que lo habría de matar como ajolote en la profundidad de los ríos subterráneos.

Mata a la Narradora y luego a todos los demás, pero el Sol y la Luna siguen sin moverse

Cihuacoatl.Ehécatl, escandalizada y sorprendida
¡Como! ¡Todos los dioses han muerto y ni así el Sol y la Luna se mueven!

Entonces, acompañada por el sonido de un caracol empieza a soplar, solo así el Sol y la Luna comienzan lentamente a girar. A cada giro la Luna va separándose hasta desaparecer, quedando el Sol en el escenario.
La Cihuacoatl-Ehécatl, al ver como va cumpliéndose el milagro dice:

¡Tú Sol! ¿Por qué te haces de rogar? Ponte tu ropaje de oro y permite que tus rayos desciendan a la tierra.
La serpiente de fuego se convierte en quetzal.
Semejante a una piedra preciosa así es mi corazón.
Veré el oro de tus rayos y me alegraré.

En ese momento los dioses comienzan a resucitar.

Fructificaran en abundancia los frutos del maíz y la montañas se elevaran a ti.
Yo, el Viento, tu devoto servidor, dirige su mirada a ti y se alegra.
Todos
¡Si, puedo decir, ha nacido el caudillo, la tierra vivirá!

Fin de Obra








Esta obra queda dedicada con todo cariño y admiración a las Profesoras:
Irais (Cihuacoatl-Ehécatl)

Fany (Narradora)

Bertha Olimpia Morales Sierra (Dirección de obra)

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